Hace unos días tuve el placer de volver a deleitarme con una gran película, todo hay que decirlo...la compañía era excepcional.
El film en cuestión lleva por título Armageddon (Michael Bay, 1998). No se asusten no me he vuelto loca...y como bien se dice "las apariencias engañan".
A la tierna edad de 12 años fui testigo del fin del mundo. Sentada en una pequeña butaca de cine, aupándome para poder hacerme camino entre la multitud de cabezas humanas que me impedían visualizar la pantalla en su totalidad. Pero pese a las adversidades conseguí dejarme impresionar por la mágia y el poder de atracción de una película que marcaría un antes y un después en mi visión cinematográfica.

Como bien decía "las apariencias engañan" y en este caso es más cierto que nunca. Sin conocerla uno puede pensar que estamos ante una simple película con toneladas de efectos especiales, llamativa sí, pero pobre en contenido. No podríamos estar más equivocados...
Armageddon nos acerca una visión del mundo sumido en el caos más absoluto, cuando todo parece acabarse, sólo hay algo que te mantiene con vida...la ESPERANZA.




Gracias a Michael Bay nos adentramos en un paisaje desolador de lo posible, más allá de los efectos especiales están las personas. Aquellos que ven como se acerca el fin y tratan de redimir sus pecados...
Todos y cada unos de ellos hacen que la película cobre una emoción insospechada. No todo son bombas, meteoritos, apocalipsis y destrucción. El AMOR vuelve a estar presente en el cine, y no sólo hablamos de amor en el sentido de pareja, hablamos de amor en mayúsculas. Aquel que se convierte en motor del mundo, que empuja a luchar por la vida y la libertad.

No puedo terminar esta crítica sin mencionar al gran Bruce Willis, en el papel de Harry Stamper nos da lo mejor que tiene. Es cierto que, como siempre, hay un exceso de monólogos heroicos y llenos de patriotismo. Pero que sería del cine sin él, sin sus frases alargadas hasta lo absurdo, sin su mirada penetrante y seductora, sin su temple de salvador de la humanidad. Sin duda, ¡Bruce debe seguir deleitándonos con su arte!



Sin nada más que añadir, invito a todos a que se dejen llevar por una gran superproducción de esas que por desgracias sólo los americanos saben y pueden hacer...